Una de las principales preocupaciones que nos transmiten nuestros clientes es cómo luchar contra los signos de la edad en la piel: la flacidez, la aparición de arrugas y la pérdida de volumen y de elasticidad, debido a la disminución de los niveles de colágeno, elastina y ácido hialurónico. Cuando esto ocurre, llevar un estilo de vida saludable y adoptar rutinas para el cuidado diario de la dermis puede ayudar, pero no es suficiente. Por eso, si buscas un tratamiento antiaging sin cirugía, los tratamientos IPL de rejuvenecimiento pueden ser una elección muy acertada.
Descubre a continuación en qué consisten y cómo pueden convertirse en tu mejor aliado para conseguir una apariencia más joven.F
La IPL (siglas de intense pulsed light, ‘luz pulsada intensa’) es una tecnología empleada por médicos y expertos en dermoestética para llevar a cabo diversos tratamientos de la piel con fines estéticos y terapéuticos, incluyendo la depilación y el fotorrejuvenecimiento —por ejemplo, se utiliza para eliminar manchas cutáneas, reparar el daño solar o disimular las arañas vasculares—, así como para combatir el acné. Además, la IPL se usa cada vez con mayor frecuencia en optometría y oftalmología para tratar a pacientes con problemas de ojos secos, muchos de los cuales sufren DGM (Disfunción de las Glándulas de Meibomio).
En el caso de las técnicas antienvejecimiento, la luz pulsada se utiliza para eliminar o reducir arrugas y líneas de expresión, al tiempo que armoniza el contorno facial. Por otro lado, también mejora la textura de la piel mediante la estimulación del colágeno, la proteína más abundante en el organismo, cuya concentración va disminuyendo con el paso de los años. De ahí que sea una excelente alternativa al lifting sin cirugía.
Aunque su uso se ha popularizado recientemente, lo cierto es que la IPL se utiliza desde hace años. De hecho, los primeros equipos de IPL salieron al mercado en 1996, prácticamente al mismo tiempo que el láser de diodo y el láser de alejandrita, los más habituales en el ámbito de la depilación láser. Desde entonces, los procesos han ido evolucionando para proporcionar un mejor rendimiento.
El funcionamiento de los tratamientos IPL es sencillo. Mediante un aparato de alta tecnología, se hace que un haz de luz policromática penetre en la piel con un amplio espectro de onda (de 400 a 1.200 nanómetros), dirigido específicamente a las manchas rojas y marrones. En términos médicos, esto se conoce como fototermólisis selectiva. Este espectro se filtra en los cromóforos objetivo: la oxihemoglobina presente en las manchas cutáneas y el agua intradérmica. El tiempo de impacto del destello de luz puede variar de 1 a 100 milisegundos. A su vez, la longitud de onda se va adaptando para impedir que el calor se extienda a los tejidos próximos a la zona tratada. Los fotones emitidos permitirán que, tras varias sesiones, las imperfecciones en la piel vayan matizándose o desapareciendo, lo que dará al paciente un aspecto más joven.
Pese a ser una técnica no quirúrgica, es fundamental que cualquier tratamiento IPL de rejuvenecimiento facial esté a cargo de un profesional con experiencia y con la preparación adecuada. También es necesario seguir una serie de protocolos, para ajustar cada sesión y la duración de la terapia a las necesidades de cada persona.
Por eso, antes de iniciar estos tratamientos para la cara o el cuerpo, el paciente es citado para una consulta preliminar con un experto, en la que este evaluará el tipo de piel y cabello y los resultados que se desean obtener. Tras ello, se definirá el plan de actuación más adecuado. También se descartará que la persona esté tomando algún medicamento que pueda ocasionar fotosensibilización.
En cada sesión, se pueden realizar diversos ajustes en la luz pulsada según los objetivos que se persigan: la longitud de onda, la intensidad de la luz, el tiempo de impacto del pulso (en milisegundos) y el número de pasadas. Mientras se aplica el tratamiento IPL, es imprescindible emplear gafas protectoras. En el caso de las pieles más sensibles, se puede utilizar un gel frío para insensibilizar la dermis, mejorar la comodidad del paciente y minimizar el riesgo de que aparezcan pequeñas irritaciones o rojeces pasajeras.
Por lo general, cada sesión dura entre 25 y 30 minutos, aunque esta cifra puede variar dependiendo de las características de cada paciente y el problema que se desea tratar. Para un resultado óptimo, suele ser necesario realizar entre tres y seis sesiones, con un tiempo de descanso entre ellas de unas tres semanas.
Después del tratamiento, la piel deberá estar bien protegida de la exposición al sol —mediante una crema solar con SPF o factor de protección elevado, igual o superior a 30— durante un período de cuatro semanas.
Los tratamientos IPL de rejuvenecimiento ofrecen un gran número de ventajas. Seguidamente, te resumimos cuáles son los beneficios del IPL más destacables.
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