A diferencia de la rinoplastia, la rinomodelación para hombres no necesita de operaciones, puesto que no retira material existente: en su lugar, se usan las inyecciones superficiales para dar volumen allí donde es necesario, consiguiendo resultados muy parecidos sin ningún efecto secundario negativo importante. 

Las sesiones se hacen con anestesia local, por lo que son totalmente indoloras y muy rápidas, de menos de 30 minutos, y para cuando el paciente abandona la consulta ya pueden apreciarse cambios en su aspecto a simple vista. Es común que una sola sesión sea suficiente para lograr el resultado deseado, aunque en algunos casos puede ser necesaria una segunda sesión algunas semanas después para acabar de perfeccionar los efectos. 

En una nariz masculina se suelen buscar algunas características de forma prácticamente universal, como una longitud superior a la de la mujer o un dorso nasal marcadamente recto, que es una de las facciones que más masculinidad aportan a un rostro. Se buscan líneas rectas, con una parte superior ancha, que son las que en combinación, proporcionan carácter y fuerza al perfil masculino. 

Además de perseguir estos objetivos, es común usar la rinomodelación masculina para corregir imperfecciones como pequeñas gibas, desviaciones laterales que pueden ser genéticas o debido a lesiones, punta de la nariz baja, aletas nasales muy anchas o un puente demasiado marcado. Incluso es común su uso para la corrección de rinoplastias que no han salido como era deseado, o con pacientes que se han arrepentido de haberse sometido al cambio.