Arranca 2016 y, como suele suceder en estas fechas, te planteas desafíos y objetivos personales que esperas cumplir durante el año que empieza. Con la reserva de energía a tope tras las fiestas navideñas y un sinfín de perspectivas esperanzadoras puestas en el nuevo año, imaginas una lista de buenos propósitos para el año nuevo que esperas convertir en realidad a lo largo de los próximos doce meses.
Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los buenos propósitos que nos marcamos a principio de año terminan perdiendo fuelle con el paso del tiempo hasta caer en el olvido.
De hecho, nuestras buenas intenciones suelen durar relativamente poco. Pero no te sientas culpable por ello; según los psicólogos, esto es algo perfectamente comprensible. Al fin y al cabo, cambiar de hábitos no es nada fácil y aunque sabemos que éstos nos ayudarían a mejorar nuestra calidad de vida, nos es complicado mantenerlos cuando recuperamos la rutina del día a día. De hecho, existen algunas razones psicológicas que nos impulsan a desistir en nuestra voluntad y resistirnos al cambio.
Al niño que hay dentro de ti no le gusta cambiar
Un reciente estudio de la Universidad de Scranton (Pensilvania) estimó que sólo el 8% de las personas consiguen cumplir con los retos que se marcaron al principio de año. Mark Goultston, psiquiatra de Universidad de Berkeley, atribuye este fracaso a lo que él llama falta de constancia objetiva, es decir, la incapacidad de planear y mantenerse fiel a alcanzar un objetivo concreto.
Durante nuestra formación como niños experimentamos algunos impulsos que nos generan inseguridad y falta de autoestima. Si no aprendemos a interiorizar una positivización de esos impulsos, adquirimos una sensación de constante ansiedad e inseguridad ante cualquier objetivo que requiera tiempo y esfuerzo en conseguirse. Por ese motivo, según Goultson, tendemos a buscar estímulos efímeros con los que engañar a nuestra ansiedad y combatir la incertidumbre que nos depara el futuro, lo desconocido.
Otro motivo que nos inhibe a formular buenos propósitos a largo plazo es la falta de convencimiento de que podamos alcanzarlos; si no estamos seguros de que vayamos a cumplirlos, para qué siquiera planteárnoslos. Evitando tenerlos, también evitamos decepcionarnos a nosotros mismos o desilusionar a los que nos rodean.
Cómo cumplir con tu lista de proyectos para 2016
¿Significa esto que debes renunciar a plantearte buenos propósitos para el nuevo año? ¡Ni mucho menos! Basta con que pongas en práctica algunas sencillas pautas que te ayudarán a abordar esos objetivos con mayores garantías de éxito.
Para ello, debes plantearte una serie de preguntas cuyas respuestas te pueden ayudar a combatir eficazmente la falta de constancia y hacer realidad lo que te propongas. Conozcámoslas.
- ¿Realmente necesitas y deseas conseguirlo?
El primer paso que nos indican los psicólogos es preguntarnos si realmente tenemos una motivación suficientemente fuerte como para vencer a los frenos con los que seguro nos encontraremos. Una buena forma de evaluar la intensidad de tu motivación es visualizar los beneficios que te reportará cumplir ese objetivo frente a los esfuerzos que conllevará alcanzarlo.
¿Cuánto cambiaría nuestra vida si lo conseguimos? Probablemente podamos sobrevivir este año sin aprender macramé, pero definitivamente dejar de fumar de una vez por todas nos ayudaría a tener una vida más sana y plena. Este ejercicio te permitirá seleccionar qué propósitos te motivan tanto como para merecer la pena luchar por ellos. Pero no olvides que debes jugar limpio y con honestidad; no te dejes llevar por caprichos, probablemente antes que tarde acabarán en el cajón del olvido.
- ¿Podrás conseguirlo?
Recuerda que, por definición, todo objetivo debe ser realista y alcanzable. Por muchas ganas que le pongas, con toda seguridad este año tampoco vas a viajar a la Luna ni triunfarás en los próximos Óscar. Y lo sabes. Márcate objetivos que estén realmente a tu alcance. Pero, ojo, eso no significa que deban ser fáciles ni sencillos; si eliges un propósito que no suponga un reto para ti, es difícil que encuentres la motivación necesaria para llevarlo a la práctica.
- ¿Cuánto necesitas invertir para alcanzarlo?
Presupuesta cuánto estás dispuesta a invertir para cumplir tus deseos. Y no tiene por qué ser necesariamente dinero; cualquier esfuerzo conlleva un coste, sea en forma de tiempo dedicado, de sacrificios personales o de renunciar a algo que te gusta. Si hemos sido honestos eligiendo los propósitos que más nos motivan, esta inversión nos resultará más que llevadera.
- ¿Para cuándo lo vas a hacer?
Ponte fechas de principio y fin. En primer lugar, decide una fecha (real) de inicio de tu propósito. Y te adelanto que mañana no sirve; hoy siempre lleva anexo un mañana. Elige un día concreto, márcalo con rotulador rojo en el calendario, agéndalo en tu libreta y cúmplelo a rajatabla. Y no menos importante, define el plazo exacto en el que esperas alcanzar tu meta.
- ¿Cómo esperas conseguirlo?
Ahora que ya sabes cuándo vas a empezar y en cuánto tiempo vas a conseguirlo, establece etapas y objetivos intermedios que te ayudarán a evaluar si estás en el camino adecuado o si te estás desviando o retrasando en tus plazos, para poder corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.
- ¿Quién te acompañará?
Cualquier propósito nos resultará más llevadero si encontramos a alguien que se una a nuestro plan. Busca ayuda. De este modo, al compartir nuestra experiencia con otras personas, encontraremos un cómplice con el que nos vigilemos y alentemos mutuamente. Del mismo modo, debemos plantearnos contar con un asesor profesional (un nutricionista, un personal coach, un médico…) experto en el área correspondiente.
- ¿A qué estas esperando?
El camino se demuestra andando; ponte manos a la obra ¡YA! Por muy buenas intenciones que tengas, desde el sofá difícilmente conseguirás hacerlas realidad. Empieza a trabajar de forma activa en el plan que acabas de diseñar. Conforme vayamos poniéndole números, etapas y fechas, empezaremos a tomarnos en serio el reto que nos hemos propuesto y, casi sin darnos cuenta, iremos visualizando los resultados deseados.
Así que, ya sabes, este año va a ser tu año. Si pones en práctica estos consejos, al finalizar 2016 habrás tachado dos o tres de los propósitos para el año nuevo que hoy te marques; habrán dejado de ser sueños para convertirse en realidad.
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