El tratamiento consiste en el uso de microinyecciones superficiales que se practican directamente en el cuero cabelludo del paciente, inyectando el mencionado plasma rico en plaquetas. Este se consigue de una pequeña extracción de sangre del paciente, que se centrifuga para poder separar el plasma rico en plaquetas de los otros componentes de la sangre. 

El PRP es muy rico en factores de crecimiento, por lo que al practicar las microinyecciones, estos actúan directamente sobre la raíz del cabello, fortaleciéndolo desde la misma base y mejorando su capacidad de regeneración. 

El PRP potencia la capacidad de crecimiento de la mayoría de tejidos y no cuenta con efectos secundarios o posibilidad de alergia o rechazo, ya que se extrae del propio paciente. Al estimular así el folículo piloso, se consigue no solo una mayor regeneración del cabello, sino también una menor caída y una mayor fuerza en el pelo. 

Esta técnica de bioestimulación se puede usar tanto de forma preventiva como para fortalecer el cabello tras un injerto, potenciando así sus efectos, como para frenar periodos de caída aguda. Es particularmente efectivo cuando se usa para frenar la alopecia femenina, la alopecia areata y la alopecia que se da tras la quimioterapia.